Una novela es, antes que nada, la construcción de una voz. En un mundo de espacios ocupados y geografías imposibles, una voz es todavía un lugar. Pero no hay voz sin los revestimientos del disfraz. Esa voz se debatirá, por tanto, sin impaciencia ni desesperación, entre ser cuerpo o palabra, entre ser deseo o historia, entre los privilegios de ser oída o la protección del silencio. Un punto de conflicto nunca resuelto, una contradicción. ¿Pero qué es una novela? La respuesta, no obstante, es anterior a la pregunta, está en la espalda del tiempo, merodea alrededor del objeto al que alude y se disuelve al ser proferida, como aquella feliz ironía de Lichtenberg:"Un cuchillo sin hoja, al que le falta el mango." Un cuchillo, pese a todo, que hurga en la vida imaginaria. Una voz, una historia, un argumento. Un hombre se encuentra con un mendigo y siente miedo.
Una novela es, antes que nada, la construcción de una voz. En un mundo de espacios ocupados y geografías imposibles, una voz es todavía un lugar. Pero no hay voz sin los revestimientos del disfraz. Esa voz se debatirá, por tanto, sin impaciencia ni desesperación, entre ser cuerpo o palabra, entre ser deseo o historia, entre los privilegios de ser oída o la protección del silencio. Un punto de conflicto nunca resuelto, una contradicción. ¿Pero qué es una novela? La respuesta, no obstante, es anterior a la pregunta, está en la espalda del tiempo, merodea alrededor del objeto al que alude y se disuelve al ser proferida, como aquella feliz ironía de Lichtenberg:"Un cuchillo sin hoja, al que le falta el mango." Un cuchillo, pese a todo, que hurga en la vida imaginaria. Una voz, una historia, un argumento. Un hombre se encuentra con un mendigo y siente miedo.